Acaba de ser
publicado el informe del Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo, el
así llamado Índice de Desarrollo Humano(IDH)*, informe en el cuál El Salvador
ocupa invariablemente la posición 105 desde el año 2010. Este año el reporte
examina las conexiones entre equidad y sostenibilidad ambiental y enfatiza la imposibilidad
de progresar en términos de desarrollo humano sin dar pasos concretos con
vistas a reducir los riesgos ambientales y la desigualdad.
En el caso de El
Salvador tal conexión a apenas algunas semanas de haber pasado por una
catástrofe generada por las fuertes lluvias, asociado a la altísima
vulnerabilidad de la cual el país padece, no podría ser más oportuna y apenas
enfatiza la urgente necesidad de no sólo mitigar las desgracias humanas y
materiales ocasionadas por las depresiones climáticas como también trabajar,
mucho más allá de la prevención, en la protección al medio ambiente, área en la
que nos encontramos en una posición altamente desfavorable.
El reporte
muestra que América Latina continúa siendo una de las regiones más desiguales
del planeta, inclusive muchísimo más que África. Vemos a un coloso como Brasil
en la posición 85 en el IDH mientras que ostenta la posición número 6 en la economía
mundial, situándose así entre las naciones más ricas del mundo por un lado,
pero por el otro un país altamente
desigual perdiendo en IDH para naciones como Chile (44), Argentina (45), Barbados
(47), Uruguay (48) y Cuba (51). Ya El Salvador en América Latina, en una lista
de 33 países, se sitúa en las últimas posiciones apenas adelante de países como
Paraguay (107), Bolivia (108), Guyana (117), Honduras (121), Nicaragua (129), Guatemala
(131) y Haití (158).
El IDH considera
básicamente 3 aspectos: salud, educación y renta. Para El Salvador fueron
tomados en consideración los siguientes datos: expectativa de vida al nacer de
72.5 años; una media de 7.5 años de estudio; 12.1 años esperados de
escolaridad. En relación a la renta, fue registrada una renta per-cápita bruta
de US$ 5,925 ajustados por el poder de compra; ese mismo dato en Costa Rica
equivale a US$10,497, dato que habla por sí solo sobre nuestra situación como
nación altamente empobrecida y desigual. En términos de renta per cápita bruta
los datos de nuestros hermanos nicas, chapines y catrachos no son nada
halagadores: 2430, 4167 y 3443 dólares respectivamente. Es importante destacar
que estos son valores medios, pero si analizamos lo que millares de personas
ganan por mes, que muchas veces no pasa del salario mínimo o con mucha suerte
llega a ese valor, estaríamos hablando de un valor que difícilmente alcanzaría
los 3000 dólares.
Los últimos datos
presentados apuntan para una situación precaria en la región centroamericana
donde apenas Costa Rica, que ostenta la posición 69, ha conseguido dar pasos
consistentes en la distribución de los ingresos, salud y educación.
En las últimas
diez posiciones del ranking se encuentran los países africanos con la República
Democrática del Congo en la posición 187, mientras que los primeros cuatro
colocados en el ranking son Noruega (1), Australia (2), Holanda (3) y Estados
Unidos en la cuarta posición.
Este reporte,
sumado al reporte de la violencia armada también presentado por la ONU en los
últimos días que nos posicionó como el país más violento del mundo en el
período comprendido entre 2004 a 2009, posición que al paso que vamos
difícilmente vamos a conseguir mejorar en los próximos años, debería encender
una luz de alarma en el país. Los diversos sectores ya sea el empresarial, político
y la sociedad civil como un todo deberían iniciar discusiones serias más allá
de las posiciones de izquierda y derecha y cuestionarse cuál es el legado que
le estamos dejando a las futuras generaciones con un país desigual, violento y
ambientalmente irresponsable.
Hay una necesidad
urgente de cambiar el modelo de nación que ha sido implementado desde fechas
inmemorables en el país, el cual fue llevado hasta las últimas consecuencias en
los últimos años, las cuales se pueden ver a través de una lupa en los reportes
de la violencia armada y del índice de desarrollo humano de la ONU. Las fuerzas
políticas y económicas que insisten en mantener ese modelo y que todos los años
son confrontadas con estos datos han dado señales claras que no pretenden hacer
los cambios que el país necesita urgentemente para que la gente salga de la
angustia en que vive. Si estas fuerzas no van a efectuar los cambios
estructurales necesarios no hay más alternativa, el pueblo tiene que tomar las
riendas del destino del país, ¿por dónde comenzar?