El segundo
gobierno del cambio está de manteles largos, Salvador está celebrando su primer
año como jefe del Ejecutivo, y desde ya vemos troles y medios de comunicación
oficialistas lanzándose a las redes sociales con una avalancha de (des)
información para mostrarle a la población aquello que con sus propios ojos no
consiguen ver.
En el área de
seguridad evidentemente el gobierno, y el país,
pasa por una de las pruebas más difíciles que en seis años de FMLN en el
poder aún no habían enfrentado. El gobierno de Sánchez Cerén opta por marcar
diferencia del gobierno Funes y rompe la tregua con las maras, tregua que dicho
sea de paso, nada le aportó a la población en su día a día, e incluso la
disminución en el número diario de óbitos víctimas de la violencia pandilleril
hoy en día es altamente cuestionada, mejor dicho, siempre lo fue, no se sabe a
ciencia cierta si estos números efectivamente bajaron o si los muertos apenas no
llegaron a medicina legal y por eso no pudieron ser contabilizados en las
estadísticas oficiales.
La propaganda
oficial podrá mostrar fotos del presidente con aquella sonrisa de “lindo
pulgoso” que lo caracteriza, entregando plantas, semillas o títulos de
propiedad, pero la realidad es que este gobierno, a diferencia del anterior
perdió su carácter novedoso. Ho hay, a parte de la ruptura de la tregua, algo que pueda
caracterizar a esa administración, y su aporte al país ha sido apenas de
continuidad de las políticas del gobierno anterior. No hay rumbo cierto, no hay
políticas dignas de mención que apunten hacia los prometidos “cambios de
verdad”, ¡no hay presidente!
Ante este cuadro,
y con un FMLN claramente perdiendo apoyo electoral, como lo mostró el resultado
de las urnas del pleito electoral recién pasado, el Frente convoca a un congreso para decidir (léase, pedirle a la gente que
levante la mano) junto a los militantes el rumbo que el partido deba tomar.
Medardo González, aquel que se presentó a 6 plenarias durante el período
legislativo recién acabado, ya habla de un “socialismo no radical”, sin que
nadie consiga explicar qué diablos pueda ser eso. En realidad, el FMLN sabe que
la militancia del partido tiene la necesidad de escuchar de vez en cuando
términos memoriales como revolución, socialismo, lucha de clases, enemigo, oligarquía, términos que constituían gritos
de guerra en el pasado, pero que hoy no pasan de palabras sueltas usadas para
hacerle creer a la gente que el frente es un partido de izquierda, cuando en
realidad mal llega a ser un partido de centro. El FMLN, tal como lo vemos
ahora, es apenas más un partido de derecha que a base de endeudamiento masivo
(más de dos millones sólo en el primer año de gobierno, y más de cinco mil en
el gobierno anterior) implementa una serie de parches, perdón, programas
sociales, que buscan mantener a la gente con la llama de la esperanza
encendida, de tal suerte que la militancia piense que el partido está a punto
de tomar aquella curva acentuada que llevará el país hacia el socialismo.
Pero la verdadera
razón por la cual he roto el prolongado silencio de mis artículos (y no es
porque alguien siquiera se haya tomado la molestia de, por educación, decirme
que mis jerigonzas hagan falta) no es para recordarles a mis tres lectores lo
que ya saben de memoria de atrás para adelante y adelante para atrás, la razón
por la cuál escribo es justamente para denunciar, si así lo pudiéramos decir,
la total ineficacia de la “democracia electorera” en la cuál los acuerdos de
1992 nos catapultaron después de una sufrida y sangrienta guerra civil.
Hechas las
cuentas los acuerdos de paz alcanzaron dos objetivos tan fundamentales como
insuficientes: el fin del conflicto armado y la conversión del FMLN armado en
FMLN político. Que se redujo la fuerza armada, se creó la PNC y se acabaron con
los cuerpos de seguridad que eran tan represores cuanto la propia FAES, eso es
verdad y no debe ser despreciado. Sin embargo, ¿fue suficiente? Evidentemente
que no. ¿Qué faltó? Pues casi todo, y es por eso que digo que apenas esos dos
objetivos fueron alcanzados, porque a final de las cuentas las reivindicaciones
sociales de los movimientos de masas jamás fueron ni por cerca alcanzadas.
Bueno, es que ni siquiera los excombatientes han visto la suya después de más
de 20 años de acabado el conflicto.
Sin embargo, por
insuficientes que sean, esos dos objetivos nos dan la pauta para pensar en los
próximos pasos que deberían ser dados y que eventualmente podrían ayudarnos a
alcanzar las demandas sociales anteriores y posteriores a la guerra, demandas
tan actuales como cuando el beato Romero exigía justicia y el fin de la
represión, exigencias que lo llevaron a
la muerte.
Pero hagamos un
poco de retrospectiva histórica. Los espacios políticos alcanzados por el FMLN
después de doce años de guerra ya habían sido exigidos antes. En realidad, lo
que lleva a las masas a las montañas no es la reivindicación de las demandas
sociales, sino que la negación total de los espacios políticos para exigir a la
dictadura mejores condiciones de vida para nuestra gente, y son justamente esos
espacios que son conquistados por el FMLN después de doce años de guerra.
Repito, conquistados, no fueron concesiones de la dictadura conforme ahora el
FMLN quiere hacerle creer a la gente, que con mesas de trabajo y pendejadas
semejantes, la oligarquía, tan vigente como en 1980, va a aumentar los ingresos
de la gente, pagar sus impuestos y ofrecerle condiciones de trabajo dignas a la
población. Y más, esas historietas de mesas de trabajo ya fueron ensayadas en
la primera y segunda junta de gobierno sin aportar absolutamente nada, muy por
el contrario, fueron la antesala de la sangrienta guerra civil.
Dicho esto
declaro, lo que la democracia electorera no alcanzó hasta este momento, no lo
hará en los próximos 20 años. El FMLN se va desgastando a pasos agigantados y
de seguir así no debería ser sorprendente que dentro de 4 años la derecha de
facto vuelva al poder para continuar robando conforme lo hizo desde siempre.
Muchas veces en
nuestro entusiasmo hablamos de la formación de un nuevo partido político con
nuevas bases, sin los vicios autoritarios de la vieja izquierda, y con
estructura horizontal que le dé voz a la gente, y que le permita verdaderamente
trazar el rumbo que quiere seguir. Pero, ¿sería esto suficiente? A final de
cuentas al hablar de partido estamos inevitablemente hablando de elecciones, y
sería una ilusión imaginar que dicha organización alcanzaría los votos necesarios en el congreso
para hacer, por ejemplo, una reforma constitucional, fiscal o electoral que
realmente le traiga justicia verdadera a nuestro sufrido país.
¿Pero por qué una
nueva organización no nos ayudaría a alcanzar los objetivos que el FMLN y ARENA
le niegan a nuestra gente? Por la simple razón que la democracia electorera por
sí sola es insuficiente. PODEMOS en España alcanzó una importante victoria en
las urnas, pero esta victoria fue consecuencia, no causa. PODEMOS surge en las
calles del movimiento de los indignados 15-M que se van a las calles a exigirle
al gobierno mejores condiciones de vida, rescate a la gente, no a los bancos,
justicia social, etc. Sin embargo, si PODEMOS se dedica apenas a la lucha
electorera perdiendo así su espíritu combativo y reivindicativo, acabará como
el FMLN, transando con el PP y el PSOE en el congreso, traicionando los
principios que nortearon su origen.
Qué el FMLN no da
más la talla de nuestras necesidades como nación, de eso no hay duda, y la
necesidad de una nueva organización es incuestionable. Pero esta organización
debe surgir en las calles, no el TSE (he aquí el error de Dagoberto Gutiérrez),
y antes de un nuevo partido político necesitamos una organización social que
recupere el espíritu combativo y reivindicativo que fue característico de los
movimientos de masas de la década de los setenta, comienzo de los 80. Los
trabajadores no alcanzarán un salario mínimo digno por la buena voluntad de
ARENA, FMLN y GANA en el congreso, al congreso se llega a exigirle a los
partidos que hagan ley las justas exigencias de la gente. Las empresa no
pagarán sus impuestos porque el GOES publicó la lista de morosos, eso por sí
sólo no ejerce presión en ellos; TIGO, CLARO y el Pollo Campero sólo pagarán
cuando el movimiento social comience a boicotear el consumo de sus bienes y
servicios hasta que no paguen lo que le deben al fisco.
De la misma forma
que el FMLN conquistó espacios políticos, no a través de concesiones mas de
conquista y lucha, así los salvadoreños no podemos continuar esperando que sean
las urnas o la buena voluntad de la oligarquía, del FMLN y ARENA, que le traigan
mejores condiciones de vida a la gente.
Podemos continuar
denunciando en las redes sociales las injusticias cometidas por todos los
partidos políticos, por la oligarquía o por los mareros, pero sin lucha social, sin organización,
continuaremos rehenes de un puñado de iluminados que nos prometen cielo y
tierra pero que en la práctica sólo están en el poder para alcanzar sus propios
beneficios y para joder más al pueblo.
La necesidad de
organización es imperante.
Edwin Lima