El Rey está loco |
Al comienzo de la crisis sanitaria generada por el COVID-19 y ante los pedidos del presidente Bukele de financiamiento para hacerle frente a la crisis, tanto en escritos como en conversatorios advertimos reiteradas veces que el camino que el actual gobierno está llevando las finanzas del país es extremamente peligroso; es incomprensible la manera irresponsable y poco transparente como el gobierno está adquiriendo deuda pública aumentando así la presión en el presupuesto de nación através del servicio de la deuda.
Hasta el presente momento, de los 3000 millones en deuda que la Asamblea le aprobó al Ejecutivo, este ha conseguido junto a instituciones multilaterales un montante aproximado a 1000 millones de dólares de los cuáles la Asamblea le ha derogado 389 millones. Al mismo tiempo, el gobierno ha emitido letes y cetes por el valor de 1000 millones aproximadamente sólo este año, que corresponden a deuda de corto plazo la cuál se debe pagar en el plazo de un año cuyo límite asciende a 30% del presupuesto. El montante actual de las letes emitidas asciende a más de 1500 millones, lo que implica que esos 1000 millones que Hacienda consiguió en el mercado internacional ya están más que comprometidos. Mejor dicho, de los 3000 millones la mitad ya está comprometida y deberá ser pagada en los próximos 12 meses. Eso implica igualmente que el gobierno apenas dispone de 1500 millones que aún no ha conseguido en los mercados, y con ese dinero debe hacerle frente a la vertiginosa caída de los ingresos tributarios a raíz de la parada que la economía ha tenido en los últimos tres meses.
La deuda de corto plazo que se ha adquirido es carísima, casi llegando a los 10% de intereses, lo que quiere decir que sólo en intereses de deuda de corto plazo el gobierno deberá pagar algo entre 100 y 200 millones en los próximos 12 meses, eso sin contar, como ya dijimos, los 1500 millones que deberá amortizar de esa misma deuda.
Si a esto le sumamos el servicio de la deuda de los más de 19 mil millones con los cuáles el gobierno Bukele recibió el país de las administraciones anteriores, si estimamos un tasa de intereses media de aproximadamente 5.5%, estaríamos hablando de un servicio de la deuda adicional al montante que ya mencionamos de aproximadamente 1045 millones.
Hechas las cuentas, en 2021 el gobierno central tendrá que enfrentar un aproximado de 2500 millones sólo en servicio de la deuda, lo que desde ya compromete las cuentas del país de manera peligrosa. Si a esto le sumamos el hecho que la situación con el pasar de los años no será definitivamente mejor, el escenario que el país tiene por delante es lo más sombrío imaginable.
En más un par de años la administración Bukele habrá alcanzado el 100% del PIB en concepto de endeudamiento, y si en este momento los mercados internacionales ya le están exigiendo un premio altísimo para financiar el presupuesto de nación a El Salvador, como se pondrá la situación dentro de un par de años? No lo sabemos con certeza, lo que sí sabemos es que no será mejor de lo que ya se encuentra.
El ex-presidente del Banco Central, Carlos Acevedo, advirtió en una entrevista recientemente que de Bukele continuar endeudando el país de manera irresponsable como lo viene haciendo, la necesidad de las desdolarización es inminente y de no hacerlo el default está a cada día más próximo (https://bit.ly/2UtqRHG).
Es incomprensible por tanto la manera como Bukele está dirigiendo el destino del país; gobierna por conflicto, no busca consensos, irrespeta las instituciones, interfiere en las atribuciones de los otros poderes; desacata los fallos de la Sala e interpreta las leyes a su antojo; administra las cuentas del país de manera oscura; miente a diestra y a siniestra, ya sea sobre los salarios de miembros de su gabinete que trabajan sin cobrar pero que en realidad reciben de plazas fantasmas, o simplemente oculta de las entidades contraloras la manera como está utilizando los recursos del Estado en el manejo de la crisis sanitaria y ambiental que el país está viviendo.
A ese paso el país no conseguirá aguantar los cinco años de gobierno Bukele y una explosión política, social, financiera y económica, se avecina. Los ingresos del Estado como de los salvadoreños han disminuído abruptamente a raíz del cierre casi absoluto de la economía, situación que está hundiendo a miles de salvadoreños en la pobreza y que por consecuencia los presionará más aún a salir del país en busca de mejores oportunidades de vida. Centenas de empresas tendrán que cerrar las puertas generando más pobreza y desempleo y disminuyendo también los ingresos del Estado en concepto de IVA e impuestos sobre la renta.
Cuál es la agenda de Bukele al insistir en llevar al país a la quiebra, cerrando las fuentes de financiamientos, las fuentes de ingresos y generación de renta y finalmente manejando el país a su antojo? Bukele está llevando su propia administración al suicidio, sus acciones constituyen un disparo en el pié pero al final el país acabará pagando caro esa manera de gobernar.
La pregunta que no podemos dejar de hacernos en este momento es, será que los agentes políticos, sociales y económicos permitirán que el país continue a la deriva con un presidente que claramente no sabe lo que está haciendo? Esperaremos más cuatro años para recoger los despojos, contabilizar las pérdidas y limitarnos a lamentar el no haber hecho nada a tiempo?