Monday, 20 July 2020

LA NECESIDAD DE UN NUEVO PARTIDO DE IZQUIERDA




La ascención de Nayib Bukele al poder marcó la ruptura del bipartidismo FMLN-ARENA que había dictado el ritmo de la política salvadoreña por más de 25 años, pero no sólo eso, marcó también el fin de la hegemonía de dos organizaciones que habían surgido en el seno de la sangrienta guerra civil que azotó el país durante 12 años. Ambas organizaciones surgen como respuesta al fin de la hegemonía del PCN y seguidamente del PDC en la política nacional. ARENA asume por tanto el brazo político de la oligarquía y el FMLN asume no sólo el brazo armado como también la nueva cara de lo que vendría a ser, 12 años más tarde, el nuevo partido de izquierda que habría depuesto las armas con el fin del conflicto armado.

Fueron necesarias cuatro administraciones presidenciales para que la confianza del pueblo salvadoreño en ARENA se agotara y le diera la oportunidad al FMLN para mostrar cuál era su tan alardeado proyecto de izquierda para el país. Pero en "apenas" 10 años el proyecto del FMLN, o su ausencia, se agotó y así también la confianza del pueblo en las promesas incumplidas del partido de izquierda. Así el pueblo pasa a pedir caras nuevas lo que le abrió las puertas al joven candidato que había ejercido como alcalde de dos municipios a saber, Nuevo Cuscatlán y la ciudad capital.

A poco más de un año de administración bukeliana y aún gozando de un fuerte apoyo popular, el presidente ha dado señales inequívocas de su vocación autoritaria y dictatorial. Su estilo de gobierno es basado en la generación de conflictos con quien se interponga en su camino, con todos aquellos que cuestionen ya sea su autoridad o sus proyectos. Bukele parece creer que la presidencia le da poderes absolutos y está dispuesto a gobernar el país a rebelía de los otros dos poderes, de las entidades contraloras e incluso de la crítica u observaciones de las organizaciones defensoras de los derechos humanos y de la comunidad internacional.

El momento es crítico para el país, si con apenas la silla en el Ejecutivo Nayib Bukele ya actua como si tuviera el control absoluto de los tres poderes, cabe preguntarse qué hará si alcanza la mayoría simple, o peor aún la calificada en la Asamblea Legislativa en las elecciones en el año 2021. Su vocación autoritaria, el total irrespeto a las reglas del Estado de Derecho y a la  independencia de los tres poderes y a los derechos humanos apuntan para un futuro bastante oscuro para nuestro sufrido país. La manera descarada e inescrupulosa como desde casa presidencial y de sus medios de divulgación y edición de "fake news" se forjan mentiras de todo tipo contra los opositores o críticos, sean estos partidos políticos, medios de comunicación, países, organizaciones multilaterales es algo que ha alcanzado en ese gobierno niveles  alarmantes y preocupantes, un verdadero atentado contra la democracia. 

Ante la ausencia de un proyecto alternativo para el país - porque Nayib Bukele lejos de constituir un proyecto alternativo constituye la exacerbación del modelo neoliberal que ha estado en vigor por los últimos 30 años - es necesario y urgente repensar el país desde la izquierda, presentarle al país un proyecto de nación basado no en las ambiciones de las clases dominantes, de las multinacionales y del gobierno estadounidense, sino que en las necesidades más básicas del pueblo.

Es necesario que las personas que hacemos una lectura de la historia desde la izquierda, cuyo centro es el ser humano y sus derechos fundamentales y no el capital, nos unamos para crear un proyecto alternativo de país. Este proyecto antes de ser un destino tiene que ser un camino, un camino que se irá forjando al ritmo de la marcha y cuyo destino será igualmente pautado por la manera como las fuerzas sociales, políticas, económicas y culturales vayan interectuando entre si. Pero para ello es necesario dar un punta pié inicial, que nos unamos en torno de un nuevo proyecto político de izquierda para El Salvador.

Antes de buscar las diferencias que nos separan como izquierda debemos buscar que es aquello que nos une, a saber: la autonomia alimentar y energética; un sistema de salud y educación universales; el respeto al ser humano en cuanto tal  independientemente del color de su piel, posición económica, religión u orientación sexual; el respeto al medio ambiente; la economía solidaria, el trabajo y la vivienda digna para todos; el transporte público seguro y de calidad; el respeto y fortalecimiento de los derechos laborales; los tratados internacionales que tengan en su base el respeto a la dignidad de la vida de cada salvadoreño; el respeto y la protección de las personas más vulnerables de nuestra sociedad: los niños, ancianos, personas con discapacidades, las minorías sean estas religiosas o de género; el combate al machismo y la misoginia; la vida humana y la dignidad de todos los salvadoreños como centro del quehacer político, social y económico, antes que la hegemonía del mercado y los intereses de las minorías privilegiadas; una política fiscal justa y progresiva; el combate innegociable a la corrupción, el nepotismo, la impunidad y la improbidad administrativa entre otras banderas que como izquierda debemos enarbolar.

El proyecto que un día el FMLN le ofreció al país se agotó y su agotamiento no fue sino la  administración complaciente de la crisis heredada de los gobiernos areneros sin perseguir incansablemente su superación y transformación. Esa situación de descrédito del FMLN evidencia la necesidad de un nuevo sujeto histórico que pueda representar los intereses del pueblo salvadoreño, de los trabajadores, de la base de la sociedad. El momento no podría ser más oportuno, la profundización de la crisis social y económica generada con la llegada del corona virus a El Salvador y la manera como el gobierno Bukele  está administrando esa crisis y los pocos recursos disponibles; la manera fraudulenta y corrupta como ARENA y el FMLN administraron al país, le imponen a la izquierda salvadoreña la emergencia de la formación de una nueva organización político partidaria a partir de la cuál ese proyecto de izquierda alternativa le pueda ser presentado al país.

Quién se apunta a este esfuerzo?