El tratado de Tordesillas fue firmado entre el reino de Castilla y el reino de Portugal el 7 de junio de 1494 apenas un par de años después del primer viaje de Colón. Con el descubrimiento de nuevas rutas de navegación y del nuevo mundo, liderado por los Ibéricos, la emergencia de un tratado que protegiera los intereses de ambas coronas no se hace esperar y así las potencias se reúnen en la pequeña localidad de Tordesillas para repartirse el nuevo mundo que estaba siendo descubierto.
A esta altura es importante destacar algunos aspectos importantes que nos ayudarán a entender mejor lo que estaba en juego en este tratado. En primer lugar, las dos potencias ibéricas emergentes se estaban repartiendo algo desconocido; Colón recién acababa de regresar de su primer viaje y la noción de haber descubierto un nuevo mundo era aún desconocida. Por otro lado cabe preguntase donde estaban en ese momento el Reino de Aragón, Venecia, los franceses o los ingleses? Todos ellos estaban ocupados con sus propios negocios, unos expandiéndose por el Mediterráneo, o cuídandose las espaldas de la expansión árabe; los franceses por su vez recién salían de la guerra de los cien años y los ingleses estaban sumidos en la terrible guerra civil de las Dos Rosas. Delante de ese escenario las coronas de Portugal y Castilla tuvieron vía libre para emprender el descubrimiento, conquista y colonización del aún desconocido nuevo mundo, lo que les permitió posicionarse como grandes potencias al final del siglo XV.
Pero en que consistía el tratado? Para enteder esta cuestión es necesario observar que al tratado de Tordesillas lo antecede dos otros tratados en Alcobaça en 1479 y en Toledo en marzo de 1480. Ambos tratados tuvieron los sagrados oficios del papa de turno, quien era en aquel entonces el árbitro de los conflictos entre los reinos en el mundo cristiano. Grosso modo, a los castellanos les urgía que, delante de la existencia de los tratados anteriores, el papa les confirmara la soberanía sobre las nuevas tierras descubiertas de tal forma que la corona portuguesa no reclamara el control de las mismas. De esa forma dos bulas papales son emitidas inicialmente por Alejandro VI, ínter Caetera, y más una segunda con el mismo nombre que demarcó los dominios portugueses y castellanos al Oeste de los Azores y las Islas de Cabo Verde. Más dos bulas papales fueron emitidas en 1493, Eximi Devotionis y Dudum Siquidem, esta última con fecha 26 de septiembre de 1493.
Así, el reparto del mundo entre Portugal y el Reino de Castilla quedaba establecido básicamente así: los lusos tomarían el control hacia el Este de las Islas de Cabo Verde, con excepción de las Islas Canarias que ya estaban en posesión de Castilla; mientras que los castellanos por su vez lo harían hacia el Oeste de esa línea imaginaria que demarcaba el dominio de un mundo totalmente desconocido. De esa forma los portugueses buscaban salvaguardar la ruta hacia las Indias por el Cabo de Buena Esperanza, así como los dominios conquistados en África, y los castellanos de igual forma buscaban proteger sus intereses en las nuevas tierras descubiertas o por descubrir. Sin embargo, ya en 1500 los portugueses violan el tratado conquistando Brasil y los españoles por su vez toman las Filipinas que habían sido descubiertas por Fernando de Magallanes.
Pero la historia es dinámica, y lo que hoy es válido, mañana habrá sido superado, y así, en el siglo XVII, ingleses holandeses y franceses violan el tratado de Tordesillas rompiendo el monopolio ibérico en América y Asia. En 1554 el francés Nicolas Durand de Villegagnon visitó las costas brasileñas, en particular la región de Cabo Frío, próximo a Río de Janeiro, donde obtuvo informaciones junto con algunos de sus compatriotas sobre los hábitos de los portugueses, con el objetivo de, en un futuro próximo, poder instalar una colonia francesa en la región, la cual podría darle a los galos la capacidade de interferir en el comercio marítimo con las Indias así como también instalar una colonia francesa en la región, que facilitaría el comercio con Francia.
En noviembre de 1555 los franceses arriban a la Bahía de Guanabara en Río de Janeiro donde inician lo que sería su primera colonia en la región. Ante este hecho, la ira portuguesa no se hizo esperar y en 1560, liderados por Mem de Sá, zarpam rumbo a la Bahía de Guanabara recuperando así el control de la región y frustrando de esa manera el primer intento francés de instalar una colonia en dominios portugueses.
De igual forma los holandeses también intentaron instalar una colonia en Brazil bajo el comando de Mauricio de Nassau en el año de 1630, empresa que tuvo corta duración, viendo sus intentos frustrados en 1654 cuando fueron expulsados por los portugueses de la región de Olinda en el Noreste brasileño.
La división del mundo por parte de portugueses y castellanos obedecía a varios intereses: comerciales (extracción de comodities), marítimos (control de las rutas), territoriales y por qué no decirlo, religiosos. Pero independientemente del poder que ocupó el nuevo mundo, las masacres no se hicieron esperar, los habitantes originales fueron diezmados, sus tierras fueron ocupadas y saqueadas, y sus riquezas exportadas hacia Europa. En el caso en particular de los franceses en las costas brasileñas sus intereses expansionistas eran claros y en nada diferían de los intereses ibéricos.
La historia habla por sí misma, y una de las lecciones que este episodio en particular nos deja dice respecto a la resistencia de los poderes hegemónicos en permitir que nuevos actores históricos interfieran en sus dominios. Pero al mismo tiempo observamos que independientemente de ser un poder hegemónico o emergente, los objetivos perseguidos son siempre los mismos.
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