La campaña hasta el momento no muestra señales de novedades, de cambios en la manera de hacer politica, y aquellos que un día criticaron a los que regalaban láminas y libras de frijoles, después de haber sido la gran novedad y de haber generado expectativas en la campaña presidencial 2018-2019, hoy se presentan ante el pueblo no sólo con láminas y libras de frijoles como también usando y abusando de los recursos estatales saludando con sombrero ajeno haciendo regalitos con dinero público. En resumen, nada nuevo debajo del sol.
En lo que dice respecto a la adminstración Bukele, esta corre contra el tiempo y llegar a las elecciones de 2021 con la expectativa de alcanzar el mayor número de curules en la Asamblea y de alcaldías a nivel nacional, es de primordial importancia para poder garantizar un acceso más amplio al poder estatal. Con los pocos diputados que tienen a su favor en la Asamblea y con serias dificultades para poder aprobar lo que se le antoja a Bukele y sus secuaces, el inquilino de casa presidencial hace uso de la fuerza, del grito y la matonería para hacer valer su voluntad. Ante la resistencia del Legislativo para aprobarle un préstamo en febrero de 2020, Bukele se toma la Asamblea y se hace acompañar de la PNC y la FAES amenazando con cerrar la Asamblea caso no le aprueben los recursos que estaba exigiendo. Ante la orden del juez para que abran la caja de pandora de la FAES, Bukele manda bloquear el acceso a los cuarteles a punta de fusil. Ante los allanamientos a los ministerios de la administración Bukele por parte de la Fiscalía, Bukele manda a la PNC para que les bloquee la entrada. Ante la resistencia de TSE para inscribir a candidatos que no cumplen los requisitos mínimos exigidos por ley, Bukele manda a sus turbas rabiosas para que les bloqueen la salida a los funcionarios del TSE mientras no inscriban a los candidatos que Nuevas Ideas quiere ver en la papeleta.
Aparte del uso de la fuerza, Bukele se esfuerza por restringir el acceso a la información de los gastos del Ejecutivo, e incluso oculta información sobre las enfermedades que aquejan al pueblo salvadoreño, información que de oficio debería ser pública. El único objetivo de tanto secretismo es el ocultamiento de la corrupción y los negocios que esa administración realiza con dinero público para beneficio de los ministros del presidente, sus familiares y el propio presidente. La transparencia en el manejo de la cosa pública es condición sine qua non para garantizar la probidad administrativa y como dice el dicho, el que nada, nada teme, pero si el mandatario se esfuerza por ocultarle la información primeramente al pueblo y segundo a las instituciones de contraloría, es porque algo está ocultando, es porque tiene techo de vidrio.
Sin embargo, como sucedió con la administración Funes cuyos indicios de corrupción eran evidentes desde el comienzo de la administración, mientras estaba en el poder pudo ocultar la información que podría poner en evidencia la corrupción de su administración. Algunos de sus palabreros, como Reis o Mecafé, ahora están forajidos; através de ellos Funes lavó mucho del dinero que sustrajo de las arcas públicas, o de quienes recibió jugosos favores como el uso de jets privados y el acceso a una vida de lujos incompatible con sus ingresos, favores através de los cuáles tanto su ex-mujer Vanda Pignato como su amante, la famosa Michi, también se beneficiaron, y todo esto con el beneplácito de la cúpula del FMLN quien no sólo fue cómplice del saqueo de las arcas públicas, como también le ofreció un salvo conducto en Nicaragua para que la ley salvadoreña no lo alcanzara.
Bukele sigue un libreto semejante, saquea las arcas públicas adjudicándoles jugosos contratos a sus amigos, parientes, parientes de sus amigos y evidentemente a la oligarquía salvadoreña. Sobre factura compras estatales, le entrega contratos incluso a consorcios internacionales de dudosa reputación, y así va dejando una huella de corrupción que muchos (inocentes) habían creído que con la nueva administración esas prácticas serían cosa del pasado, pero en realidad ahora se hacen a plena luz del día y con el aplauso de sus seguidores.
Pero la realidad se impone y aunque Bukele y su consorcio electoral GANA-NUEVAS IDEAS ganen las elecciones del 28 de febrero de 2021, y aunque pueda dentro de poco nombrar al Fiscal General de su antojo, o a los magistrados de la CCR y de la Corte Suprema para ocultar el saqueo público, hay dos cosas que Bukele no podrá evitar:
1. La quiebra de las cuentas y el agotamiento del financiamiento externo.
2. El fin del apoyo de la administración estado unidense.
Si 2020 ha sido un año difícil para El Salvador, 2021 será peor aún. El presupuesto presentado por Bukele para el próximo año es un presupuesto ilusorio que no encontrará las fuentes de financiamiento necesarias para poder completarlo. La recaudación de 2021 será incluso inferior a la de 2019 a raíz de la caída del PIB de 2020 en no menos de 9%, y una supuesta recuperación en 2021 de 4%, será aún inferior al PIB de 2019. Delante de este cuadro la necesidad de financiamiento será aún más alta, sólo para pagar los CETES y los LETES se necesitarán no menos de 2000 millones, eso sin contar más de 1000 millones en servicio de la deuda y el incremento de 15% del presupuesto en relación al presupuesto de 2020. Pero si en la situación actual Bukele con mucha dificultad ha conseguido 1000 de los 3000 millones que la Asamblea le aprobó para combatir los efectos del COVID-19, como podrá conseguir más dinero el próximo año? Sólo hay una salida, el aumento de impuestos como el IVA y la creación de nuevos impuestos, que ha sido desde un primer momento la recomendación del FMI; pero en un momento de retracción económica esto podría ser un disparo en el pié y poner de rodillas a la economía salvadoreña, más de lo que ya está.
Por el lado de la nueva administración estado unidense, ya hay voces, como la de la ex-embajadora Mari Carmen Aponte, que advierten que la política externa del recién presidente electo Biden en lo que dice respecto a El Salvador, será de total intolerancia para con la corrupción y el irrespeto a las instituciones, que han sido la marca en la administración Bukele, y cualquier persona con un mínimo de conocimiento de la política salvadoreña sabe que nuestro país tiene en Estados Unidos a su principal socio comercial, receptor de más de 40% de nuestras exportaciones y generador de más de 20% del valor del PIB en concepto de remesas, por lo cual, aunque ideológicamente muchos no estemos alineados con el país del Norte, es imposible negar que El Salvador depende en buena medida comercial y políticamente de ellos.
Hoy por hoy, Bukele continua dando las cartas pero, como ya dijimos, la realidad se impone inexorablemente y tristemente para el pueblo salvadoreño, Bukele está llevando el país a toda velocidad en dirección al despeñadero. Sin embargo considero que la suerte de Bukele y de sus secuaces está echada, es apenas cuestión de tiempo para convertirse en el cuarto presidente salvadoreño perseguido judicialmente por saquear las arcas del Estado Salvadoreño.
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