Thursday, 14 July 2011

Las lloronas de Cuzcatlán

Las lloronas de Cuzcatlán.

Las lloronas, o también conocidas como plañideras, del latín plangere (sollozar), eran mujeres contratadas para llorar en los funerales, profesión que ya podía ser identificada en culturas tan antiguas como la judía, griega, egipcia o romana, e inclusive en algunos lugares en España la profesión ha conseguido sobrevivir hasta los día de hoy, o sino en lugar de lloronas encontramos a las rezadoras, y en América Latina la figura de las lloronas tampoco nos ha sido ajena.

Se dice que cuánto más acaudalado era el fallecido más lloronas eran contratadas, y entre ellas había una que era la principal, la que daba el ritmo del lamento a sus compañeras, del sufrimiento que se sentía en el funeral por la partida del ser querido. La historia también nos enseña que las lloronas iban cubiertas con un velo y llevaban un vaso (lacrimatorio) donde recogían las lágrimas, el cuál era depositado en la urna del difunto. Como las lloronas cobraban por sus servicios, estas eran apenas contratadas para los funerales de los ricos, por lo cual no se ponían lacrimatorios en las urnas de los pobres, para que en la posteridad, caso la urna fuera abierta, quedara claro el origen del muerto al verse que nadie lo había llorado.

En Cuzcatlán, por increíble que parezca, la profesión de las plañideras subsiste hasta los días de hoy, pero así como en España, en nuestras latitudes el oficio también se ha transformado. La figura de las lloronas re-aparece con mucha fuerza en el quehacer político nacional. Ellas son contratadas para llorar, para lamentar las derrotas políticas de determinados grupos de poder. La profesión está tan en alta que inclusive se han llamado lloronas desde otras latitudes, talvez lloran más fuerte y son escuchados desde más lejos, o quien sabe lloran en otra lengua y por eso son más solicitadas. Algunas lloronas tradicionales del quehacer político nacional a veces se tardan en aparecer, quizás la negociación del precio para llorar estaba difícil, o quizás sólo aceptan el servicio si se contratan a los hermanos también, basta que haya un velorio que las lloronas aparecen de inmediato, a cual más gritona, y a la que dice las mayores tonterías posibles, desde que grite, no importa lo que diga.

Las lloronas de Cuzcatlán cobran mucho por sus servicios y las más caras son aquellas que antes lloraban los difuntos de los oponentes. Esas lloronas, que antiguamente eran vistas con desdén por determinados grupos, ahora son llamadas de “honorables lloronas” y sus lamentos ocupan las primeras líneas de los medios de comunicación.

A diferencia de los pobres de antiguamente, durante mucho tiempo se pensó que los pobres de Cuzcatlán también tenían sus lloronas, aquellas que siempre lloraban junto con ellos, y más aún, ellas siempre nos hicieron creer que no cobraban por llorar, hasta que un día mandaron la factura, y así nos dimos cuenta que ellas no lloraban gratis

¿Usted conoce alguna llorona?

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