Wednesday, 22 February 2012

LA VIOLENCIA Y LA REPRESIÓN EN EL INCONSCIENTE COLECTIVO


Fuimos enseñados a justificar y aceptar la violencia: murieron 32 mil indígenas en 1932, claro, por causa de la amenaza comunista; murieron 75 mil compatriotas en un guerra cruel, claro, por revoltosos y comunistas; el marido mandó a la mujer al hospital después de darle una senda paliza, pues por algo le habrá pegado; el padre le dio con la hebilla al niño, es que ese mono sólo piensa en joder; se quemaron 360 presos en una prisión en Honduras, pues por algo estaban presos, y así, insensible e irracionalmente vamos justificando la violencia como un valor a ser perpetuado.

¿De qué manera podría definirse a un pueblo que le rinde culto a criminales, qué protege y encubre genocidas? ¿Cómo se explica que uno de los mayores partidos del país haya sido fundado por un genocida, persona non-grata inclusive en la tierra de su alma-mater, ciudadano al que sus defensores le atribuyen apenas “algunos errores”? ¿Cómo se explica que la violencia y la represión siempre sean los primeros y únicos medios usados para resolver los “problemas” del país?

Talvez no se explica, talvez sea incomprensible para cualquier persona que tenga un poco de sentido común, un poco de sensibilidad. El país está dividido entre los que idolatran a un cura que fue vilmente asesinado y entre los que idolatran a su asesino, ¿hay manera de conseguir entender semejante paradoxo?

Talvez no se explique, sin embargo cabe aquí hacer una retrospectiva histórica y darnos cuenta del rol que el Estado ha jugado en la formación del inconsciente colectivo a través de los mecanismos de los cuáles dispone: la educación, la religión (inminentemente derechista y pro-establishment, con algunas excepciones), la familia, los órganos represivos y los medios de comunicación, etc. Todos estos agentes mencionados han contribuido a formar en el inconsciente colectivo un sentimiento de obediencia y sumisión al Estado.

Por ejemplo, siempre se le engañó a la gente haciéndola creer que el país es pobre y que por eso hay tanta miseria, mientras que un simple vistazo a la realidad, al entorno, vemos algo totalmente diferente: riqueza y ostentación por parte de una minoría, con centros comerciales para hacerle envidia a cualquier país europeo, con balnearios y hoteles de lujo, carros carísimos circulando por las calles, mansiones siendo construidas inclusive por aquellos que en otro momento andaban en las montañas luchando teóricamente por el pueblo.  Es para sustentar el despilfarro de unos pocos que se le niega lo mínimo necesario a las mayorías, y eso siempre se le vendió a la gente como normal, una fatalidad que el destino nos impuso por ser pobres.

De igual manera, cuando los trabajadores comenzaron a protestar -y acá podemos hablar del levantamiento de los Nonualcos, del levantamiento indígena del 32, y finalmente del levantamiento popular de los 70 que desembocó en la guerra civil de los 80, etc.- había dos opciones, escuchar las demandas y ponderar si estas eran justas y si podían ser atendidas, o reprimir. La opción en todos los casos fue clara, la represión. En el 32, en nombre de la amenaza comunista, se mataron millares de indígenas, se mataron a todos aquellos que osaron rebelarse contra el hambre, contra los salarios indignos, contra la falta de tierra para el cultivo de subsistencia, contra el mono-cultivo, pero la justificativa del genocidio fue “la amenaza comunista”. Y en los 80 no fue diferente, los militares lo dijeron claro: aquí va a haber derramamiento de sangre. Y para buena parte de la población los culpables del derramamiento no son los militares y la oligarquía (cuyos intereses eran defendidos), mas los revoltosos que osaron pedir mejores condiciones de trabajo, mejores salarios, educación, salud, vivienda, servicios básicos. Así, la guerra surge como una reacción a la falta de espacios políticos para demandar los derechos de todo ciudadano: una vida digna, apenas eso, ¿será que eso es mucho pedir para esta gente?

1 millón de dólares diarios se gastaban para sustentar esa guerra sanguinaria en nombre de la amenaza comunista, y en 12 años de guerra se gastaron 5 mil millones de dólares. Y pregunto, ¿cómo se explica que se prefiera gastar todo ese dinero para financiar una guerra en lugar de aplicarlo para atender las demandas populares? ¿Cómo se explica que si 12 años de guerra no le enseñaron a la oligarquía, a los militares y al pueblo que la violencia y la represión no resolvieron los problemas del país y por qué creen que hoy sí lo hará?

La receta continua la misma, es preferible para esta gente seguir el mismo camino, el de la represión, el de los estados de excepción, a atender las demandas del pueblo, a intentar nuevos caminos, ni que sea para decir, a ver si así se callan, para que vean que eso no funciona. Pero no, se continua con las manos duras y super duras, combate a las maras, etc, etc, mientras las demandas populares que son las mismas desde que el país es colonia, continúan intactas e inatendidas. Pero lo que más sorprende no es la actitud de los pseudo-líderes, sino que de la población, que más una vez dicen “amén” a las medidas represivas que el “gobierno del cambio” le está recetando al país.

Somos un pueblo violento, no porque así lo queramos, sino porque así nos formaron, usaron de todos los medios habidos y por haber para inculcar en la gente la sumisión y la obediencia al Estado que por su vez existe para sustentar y perpetuar los intereses de los grupos de poder, sean estos políticos, económicos o militares.

Fuimos enseñados a justificar y aceptar la violencia: murieron 32 mil indígenas en 1932, claro, por causa de la amenaza comunista; murieron 75 mil compatriotas en un guerra cruel, claro, por revoltosos y comunistas; el marido mandó a la mujer al hospital después de darle una senda paliza, pues por algo le habrá pegado; el padre le dio con la hebilla al niño, es que ese mono sólo piensa en joder; se quemaron 360 presos en una prisión en Honduras, pues por algo estaban presos, y así, insensible e irracionalmente vamos justificando la violencia como un valor a ser perpetuado.

Mientras no abramos los ojos y nos demos cuenta de la manera como somos usados, inducidos a conmemorar la muerte de un genocida, o a acatar obedientemente los diversos planos represivos que supuestamente habrán de combatir la violencia, sin que hasta ahora y desde siempre hayan mostrado resultados, continuaremos como estamos: una sociedad violenta condenada a más violencia e injusticia, sin esperanzas de encontrar el camino para el futuro.

Para concluir se le deja la siguiente pregunta al lector: si los planos represivos nunca funcionaron, ¿ya se preguntó usted por qué hasta ahora el Estado nunca optó por otras alternativas?

Edwin Lima

1 comment:

  1. Somos un pueblo historicamente violento y en vez de intentar educarnos para ser capaces de controlar la ira, el enojo, estos sentimientos escalan dia a dia en el corazon de nuestro pueblo. Desde aca oigo los gritos de los pobre pidiendo seguridad a costa de tener una bota militar, mas poca memoria tiene este pueblo, al no darse cuenta que en nuestra historia reciente, fue la bota militar la que les aplasto como gusanos sobre la tierra...Bien dicen que el pueblo que olvida, tiende a repetir sus mismos errores.

    Bessy Blanco

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