Tuesday, 7 February 2012

¿POR QUÉ UN NUEVO PARTIDO POLÍTICO?


"A mi ver la diferencia fundamental estriba en el hecho de que  no sería una organización vertical y sí horizontal, una organización que preconizaría el poder del pueblo y por el pueblo, y no del partido y su cúpula. Una organización popular no podría depender de gurús, de iluminados, de héroes “revolucionarios” que por sus méritos tienen acceso vitalicio al poder, hasta que la muerte los separe. Una organización popular tiene que partir del principio que nada sabe, que quién sabe la voluntad del pueblo es el pueblo, y es éste quien tiene la primera y la última palabra."

Se ha venido insistiendo en los últimos días sobre la necesidad de crear un nuevo partido político, un nuevo frente que se aleje del actual modelo que ve en el partido y en la toma del poder por la vía electoral (¿?) un fin en sí mismo.

La idea de una nueva organización no puede partir de los principios de antemano establecidos, un grupo formado por iluminados (la cúpula) que se creen los portadores de la verdad absoluta a quienes no se les puede cuestionar, basado en el único hecho de los laureles adquiridos durante la guerra civil(¿?), eso cuando se trata de los grupos de izquierda; o en el caso de la derecha, porque son los detentores del poder económico razón por la cual entran en la política para representar sus intereses corporativos, y así pasar a legislar en su favor.

Sobre la derecha representada políticamente en los partidos actuales no hay mucho qué decir, porque ellos desde siempre han estado ahí para representar los intereses de los grupos de poder económico. Durante décadas usaron el poder militar para someter a los pobres y así mantener el control económico del país y hoy en día hacen uso masivo de la prensa, de la propaganda engañosa y del poder económico que poseen por el simple hecho de ser los dueños de los medios de producción.

Con la firma de los acuerdos de paz se le permitió a la izquierda “revolucionaria”, interna y externamente, pasar a competir por su parte del pastel en la corrida electoral, objetivo que la izquierda mayoritariamente representada por el FMLN alcanzó con éxito, pasando así a formar parte de la partidocracia. ¿Pero qué es la partidocracia? La palabra lo dice todo, es el poder del partido, partido que consistentemente se esfuerza en ignorar la voluntad popular. La partidocracia parte del principio que, mismo sin consultar, ellos saben lo que es mejor para el pueblo y hacen uso del voto popular para perpetuarse en el poder. Para tal fin perpetuán los mecanismos de dominación inicialmente erigidos por la derecha pero ahora usados a todo vapor por la izquierda en el poder.

¿Pero, atiende esa izquierda representada por el FMLN a los intereses populares? ¿Ha llegado el tan esperado cambio al país después que el Frente llevó a Mauricio Funes Bonaparte al poder?  Evidentemente que no, por mucho que los personeros del Frente se esfuercen en hacerle creer a la gente que pese a los atropellos constitucionales que ellos mismos han patrocinado (decreto 743), o a la tolerancia que tienen para con la corrupción; al autoritarismo y verticalismo que caracteriza la institución partidaria roja; a la militarización de la seguridad pública, acerca de la cuál ellos tímidamente se pronuncian, sin que eso los lleve a rebelarse contra ese gobierno y pasar a la oposición, situación que pondría en jaque su parte de poder en el pastel de la partidocracia; pese también al enriquecimiento ilícito de los miembros de la cúpula, que actualmente ostentan un aumento exponencial de sus bienes, sin que lo mismo esté sucediendo con las personas que dicen representar. Es ese el cuadro clínico de la izquierda partidaria representada por el FMLN.

Sin embargo, al criticar la partidocracia, al criticar la manera como estos partidos políticos llegan al poder, através del sufragio, debemos tener cuidado para no caer en la armadilla repetida por muchos que las “elecciones burguesas” no sirven a los procesos revolucionarios, porque si éstas no sirven se les pregunta a estas personas, como pretenden eventualmente llegar al poder, ¿através de un golpe de estado? ¿De otra guerra civil? ¿De un levante popular? ¿De qué manera, sino através del voto popular, de la voluntad popular, se pretende elegir alcaldes, diputados y quien sabe un día un presidente? La respuesta espero que la aporten los críticos de las “elecciones burguesas”.

Pero entonces, si una nueva organización político-partidaria también usaría de los mismos mecanismos democráticos para alcanzar el poder, ¿en qué se diferenciaría de las organizaciones actuales?
A mi ver la diferencia fundamental estriba en el hecho de que  no sería una organización vertical y sí horizontal, una organización que preconizaría el poder del pueblo y por el pueblo, y no del partido y su cúpula. Una organización popular no podría depender de gurús, de iluminados, de héroes “revolucionarios” que por sus méritos tienen acceso vitalicio al poder, hasta que la muerte los separe. Una organización popular tiene que partir del principio que nada sabe, que quién sabe la voluntad del pueblo es el pueblo, y es éste quien tiene la primera y la última palabra.

La única manera de enfrentar a los poderes económicos hegemónicos es através de la organización popular, y no através de la organización COPULAR, hay una P que hace la gran diferencia en la palabra y esta debe ser entendida en su mayor expresión. No es posible imaginar que todas las batallas serán ganadas en la Asamblea legislativa, la Asamblea debe ser lugar para homologar luchas populares y no para comenzarlas, ejecutarlas y conquistar-las. Mientras la gente no recupere el control de su destino, mientras la voluntad y la organización popular estén en manos de una organización de pseudo-izquierda, que continúa haciendo alianzas, no con el pueblo en las calles, sino con lo peor de la derecha política en la Asamblea y en los bastidores del poder, la situación no va a cambiar.

Las próximas elecciones(más de lo mismo) y el gobierno “del cambio” son prueba concreta que el camino de la partidocracia está equivocado, tenemos que pensar urgentemente de qué manera podemos cambiar esa situación, pero la urgencia no puede ser justificativa para el arrebato, para que al final acabemos cayendo en la misma armadilla que otras organizaciones que se desgarraron del FMLN cayeron por la única y simple razón que discordaron de la cúpula pero no rompieron con la partidocracia.

El momento actual, a diferencia de la realidad de la guerra civil y la pre-guerra, nos es favorable. Tenemos la libertad de expresar las ideas, de congregarnos, de organizarnos pero talvez el mayor enemigo a la hora de organizar un nuevo partido político de izquierda no sea exactamente la oligarquía y la derecha política, como lo fue en el siglo XX, sino que la propia izquierda oficial la cual se auto atribuye el monopolio del ser izquierda en El Salvador.

Pero, ¿por dónde comenzar?

Edwin Lima

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