A 10 años de los ataque del 11 de septiembre al World Trade Center en New York, centro mundial del capitalismo, lugar donde se deciden los destinos de la humanidad, donde se negocian acciones en las bolsas de valores de Wall Street, y en la bolsa electrónica de la NASDAQ, el mundo asiste el luto de los estadounidenses después de ver el corazón financiero mundial sufriendo un ataque terrorista jamás esperado por la inteligencia y el servicio secreto de los Estados Unidos. Ver Hiroshima y Nagasaki siendo totalmente destruidas por las primeras bombas atómicas (armas de destrucción masiva) usadas en guerras, o ver a los vietnamitas ardiendo tras bombardeos de napalm, o ver la Europa siendo arrasada por las tropas de Hitler, o aún El Salvador sufriendo por una guerra civil apoyada por los propios Estados Unidos y por los países del otro lado de la cortina de hierro. Asistir el mismo 11 de septiembre de 1973 (que nadie recuerda) en Chile la caída de Salvador Allende al sufrir un golpe de estado perpetrado por los militares de aquel país, siendo apoyados por los Estados Unidos, o aún el golpe del 64 en Brazil, 9 años antes, igualmente apoyado por ese país, son todos eventos aceptables por el mundo (mas ni por eso recordados); pero ver las dos torres gemelas en Manhattan y el Pentágono siendo alcanzados por aviones comerciales, era algo que nunca el mundo ni los Estados Unidos, imaginarían que podría suceder algún día. Los muertos en Hiroshima y Nagasaki pasan de las 200 mil personas. En Vietnam, guerra también patrocinada por las mayores fuerzas de la Guerra Fría y sus respectivos socios, murieron entre 3,8 y 5,7 millones de personas. En El Salvador, más una guerrita patrocinada por los mismos, murieron más de 75 mil personas (¿cuando fue que el mundo nos dedicó un minuto de silencio por haber muerto 30 de veces más personas que en las torres gemelas?). En 1932 murieron en El Salvador, bajo el mando del general Martínez 32 mil indios que según los relatos oficiales eran unos comunistas liderados por Farabundo Martí.
Tras los ataques del 11 de septiembre, que según las fuertes de inteligencia estadounidenses fueron perpetrados por el grupo terrorista AL-Qaeda, grupo liderado por el fallecido (recientemente) Osama Bin Laden, terrorista de origen saudita, oriundo de una familia rica que en otros tiempos fue socio comercial de la familia Bush, se dio inicio a lo que la red de televisión CNN llamaba de “Guerra contra el terror”(war against terror). Esta guerra tuvo su inicio con la invasión a Afganistán para capturar, según el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados, a Osama Bin Laden quien fue capturado y asesinado por las fuerzas estadounidenses en Pakistán apenas algunos meses atrás. Después de la invasión a Afganistán le siguió Irak, donde también la inteligencia gringa hizo creer al mundo que la invasión se justificaba por la posesión por parte de Irak y su dictador Saddam Hussein de armas de destrucción masiva, las cuales nunca fueron encontradas después de haber buscado con peine fino por todos los lugares imaginables, sin encontrar ni siquiera una navaja oxidada. La invasión a Irak le costó a este país más de 200 mil muertos (200 veces que los muertos en el WTC), para quienes, hasta donde me consta, aún no se les ha dedicado siquiera un segundo de silencio.
Curiosamente, algunos años más tarde, sin que la prensa hiciera grandes alardes, fue distribuido el manto sagrado del oro negro existente en Irak entre las grandes empresas petrolíferas que dominan la explotación de este combustible fósil. Y yo pregunto, ¿no habría sido el caso de devolverle la soberanía al pueblo iraquí y el control total de sus riqueza en lugar de distribuir los despojos entre los financiadores de la invasión? Como buen tonto útil, el estado salvadoreño también dio su contribución a la invasión a Irak al enviar un contingente de más de 200 hombres, mientras que en nuestro territorio, presuntamente en paz, muere más gente por día que en el propio suelo iraquí en plena guerra. Y para no quedar mal en la foto el gobierno del cambio ya se comprometió a enviar a Afganistán otro grupo de milicos guanacos.
La invasión a estos dos países, Irak y Afganistán, la creación de cárceles clandestinas alrededor del mundo a donde son llevados los presuntos terroristas para ser interrogados sin derecho a cualquier tipo de defensa legal se justifica, según sus actores, por el combate al terrorismo, terrorismo que según ellos encuentra sus raíces en el radicalismo islámico, radicalismo religioso que al hacer las cuentas no es muy diferente del radicalismo religioso protestante practicado por el mundo entero, en particular en los Estados Unidos.
En los días de hoy asistimos también la última invasión “humanitaria” a Libia, también patrocinada por los gobiernos franceses, inglés, holandés, estadounidense entre otros, donde se busca sacar del poder al tirano dictador Mohamed Gadaffi. Pero esta vez la estrategia es diferente, estos gobiernos no quieren ensuciarse las manos y todo el trabajo sucio se lo han dejado a los rebeldes locales, a quienes le ofrecieron todo el apoyo logístico y bélico así como también la implementación de una área de restricción aérea de forma que Gadaffi no pudiera atacar civiles por la vía aérea. La estrategia parece que está funcionando y como contrapartida los rebeldes ya se comprometieron con los gobiernos aliados a concederles la explotación de la riqueza petrolífera existente en este país. Y yo pensaba que la ayuda era humanitaria…
Curiosamente, los países ricos liderados por los Estados Unidos en su busca incesante por armas de destrucción masiva y de la persecución a Al Qaeda y al terrorismo, se olvidan que el mayor estoque de armas de destrucción masiva se encuentra en sus propios territorios, porque no son sino ellos los mayores productores de armas; se olvidan que son ellos mismos quienes le venden armas a cuantos gobiernos (o organizaciones) que por ellas quieren pagar. A los países ricos también se les olvida que el mayor radicalismo religioso se celebra en plena libertad y organización anglosajona en su propio territorio. A estos países también se les olvida que las pérdidas generadas por el ataque a las torres gemelas, que según leemos en la prensa ascienden a algunos billones de dólares, no son comparables a los costos del financiamiento de la guerra al terror que según se dice pasan de los 1,3 trillones de dólares. A los países ricos también se les olvida que el terrorismo de mercado de los banqueros de Wall Street, de la City londinense y de Frankfurt, sólo en Estados Unidos ya le costó a los contribuyentes más de tres trillones de dólares con el famoso rescate a los bancos (bailout), rescate que continúa sangrando los cofres públicos por el mundo afuera. A los países ricos también se les olvida, de la noche a la mañana, que el consenso de Washington (neoliberalismo) rezaba que el Estado debería mantenerse al margen de la economía porque no era sino el mercado que iría dictar el ritmo de los negocios; se les olvida que estos profetas le enseñaban al mundo que el Estado no era un buen gestor y que lo mejor que podría hacer era vender todos sus activos, sus empresas estatales, y dedicarse a legislar y a gobernar, y no a interferir en la economía y los negocios. Ahora resulta que tras la quiebra del sistema por el mismo sistema, quien tiene que venir al rescate no es nada más y nada menos que el Estado que había sido expulsado de la economía por el propio mercado.
En 9-10 años una guerra sangró a los contribuyentes gringos y europeos con 1,3 trillones de dólares. En cuestión de meses el terrorismo de mercado de los banqueros de Wall Street le costó a los contribuyentes más de tres trillones de dólares, y después de tres años los terroristas de mercado vuelven al ataque amenazando a los estados con ataques especulativos caso no se adecuen a las términos impuestos por los acreedores de la deuda soberana de países como Estados Unidos, Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda. Como si esto fuera poco, las agencias de clasificación de riesgo rebajaron la clasificación de la deuda gringa de su máximo nivel AAA, para AA+, gracias a la intransigencia de los políticos republicanos al negarse a aprobar un aumento en la deuda estadounidense para poder honrar los compromisos del país. Por su vez, en Europa, los terroristas de mercado amenazan a la unión monetaria con arrastrar a todos los países que usan el Euro caso los gobiernos no den garantías que su deuda soberana será pagada en día y con los jugosos intereses establecidos por los acreedores. Caso estos compromisos no sean honrados la sentencia está pronunciada, su moneda está bajo riesgo y los acreedores están listos para ejercer un ataque especulativo contra ella.
Pero no quería concluir este texto sin antes unirme al luto y al dolor que los ataques terroristas del 11 septiembre dejaron en muchas familias estadounidenses, y les quería pedir a ellos que de igual forma se unan al luto y al dolor que durante décadas las decisiones de sus gobiernos han generados en los familiares de los millares de fallecidos en El Salvador, Vietnam, Chile, Brasil, Irak, Afganistán y tantos otros países víctimas no sólo del terrorismo islámico, como también del terrorismo de mercado perpetrado por los países ricos, por sus banqueros y por sus multinacionales alrededor del mundo.
A las víctimas del 11 de septiembre, tanto de Chile cuanto de Estados Unidos, y a las víctimas del terrorismo de mercado por todo el mundo, mis pésames.
Guatemala, 200.000 death in an armed conflict triggered en orchestered by the C.I.A.
ReplyDeleteAnd the list goes on an on.
Unfortunately, those whose mission is to rule the world enjoy a more comforting picture.
Great article Edwin
xxx Audrey