Wednesday 2 November 2011

ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO 2011.


Acaba de ser publicado el informe del Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo, el así llamado Índice de Desarrollo Humano(IDH)*, informe en el cuál El Salvador ocupa invariablemente la posición 105 desde el año 2010. Este año el reporte examina las conexiones entre equidad y sostenibilidad ambiental y enfatiza la imposibilidad de progresar en términos de desarrollo humano sin dar pasos concretos con vistas a reducir los riesgos ambientales y la desigualdad.

En el caso de El Salvador tal conexión a apenas algunas semanas de haber pasado por una catástrofe generada por las fuertes lluvias, asociado a la altísima vulnerabilidad de la cual el país padece, no podría ser más oportuna y apenas enfatiza la urgente necesidad de no sólo mitigar las desgracias humanas y materiales ocasionadas por las depresiones climáticas como también trabajar, mucho más allá de la prevención, en la protección al medio ambiente, área en la que nos encontramos en una posición altamente desfavorable.

El reporte muestra que América Latina continúa siendo una de las regiones más desiguales del planeta, inclusive muchísimo más que África. Vemos a un coloso como Brasil en la posición 85 en el IDH mientras que ostenta la posición número 6 en la economía mundial, situándose así entre las naciones más ricas del mundo por un lado, pero por el otro  un país altamente desigual perdiendo en IDH para naciones como Chile (44), Argentina (45), Barbados (47), Uruguay (48) y Cuba (51). Ya El Salvador en América Latina, en una lista de 33 países, se sitúa en las últimas posiciones apenas adelante de países como Paraguay (107), Bolivia (108), Guyana (117), Honduras (121), Nicaragua (129), Guatemala (131) y Haití (158).

El IDH considera básicamente 3 aspectos: salud, educación y renta. Para El Salvador fueron tomados en consideración los siguientes datos: expectativa de vida al nacer de 72.5 años; una media de 7.5 años de estudio; 12.1 años esperados de escolaridad. En relación a la renta, fue registrada una renta per-cápita bruta de US$ 5,925 ajustados por el poder de compra; ese mismo dato en Costa Rica equivale a US$10,497, dato que habla por sí solo sobre nuestra situación como nación altamente empobrecida y desigual. En términos de renta per cápita bruta los datos de nuestros hermanos nicas, chapines y catrachos no son nada halagadores: 2430, 4167 y 3443 dólares respectivamente. Es importante destacar que estos son valores medios, pero si analizamos lo que millares de personas ganan por mes, que muchas veces no pasa del salario mínimo o con mucha suerte llega a ese valor, estaríamos hablando de un valor que difícilmente alcanzaría los 3000 dólares.

Los últimos datos presentados apuntan para una situación precaria en la región centroamericana donde apenas Costa Rica, que ostenta la posición 69, ha conseguido dar pasos consistentes en la distribución de los ingresos, salud y educación.

En las últimas diez posiciones del ranking se encuentran los países africanos con la República Democrática del Congo en la posición 187, mientras que los primeros cuatro colocados en el ranking son Noruega (1), Australia (2), Holanda (3) y Estados Unidos en la cuarta posición.

Este reporte, sumado al reporte de la violencia armada también presentado por la ONU en los últimos días que nos posicionó como el país más violento del mundo en el período comprendido entre 2004 a 2009, posición que al paso que vamos difícilmente vamos a conseguir mejorar en los próximos años, debería encender una luz de alarma en el país. Los diversos sectores ya sea el empresarial, político y la sociedad civil como un todo deberían iniciar discusiones serias más allá de las posiciones de izquierda y derecha y cuestionarse cuál es el legado que le estamos dejando a las futuras generaciones con un país desigual, violento y ambientalmente irresponsable.

Hay una necesidad urgente de cambiar el modelo de nación que ha sido implementado desde fechas inmemorables en el país, el cual fue llevado hasta las últimas consecuencias en los últimos años, las cuales se pueden ver a través de una lupa en los reportes de la violencia armada y del índice de desarrollo humano de la ONU. Las fuerzas políticas y económicas que insisten en mantener ese modelo y que todos los años son confrontadas con estos datos han dado señales claras que no pretenden hacer los cambios que el país necesita urgentemente para que la gente salga de la angustia en que vive. Si estas fuerzas no van a efectuar los cambios estructurales necesarios no hay más alternativa, el pueblo tiene que tomar las riendas del destino del país, ¿por dónde comenzar?