Thursday 25 March 2021

LA URGENCIA DE LA ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL


 El 16 de enero de 1992 se firmaron los acuerdos de paz en Chapultepec poniendo fin a una sangrienta guerra civil en El Salvador lo que abrió las puertas a la democratización (repare la ausencia del prefijo "re") del país, lo que por su vez posibilitó la inclusión política de las fuerzas que otrora se habían aglutinado bajo las siglas del FMLN. 

Dicha democratización también permitió que se respetara la libertad de opinión, de prensa, de pensamiento pero también propició el crecimiento económico ya que se abrieron las puertas para la inversión extranjera y la reconstrucción del país cuya infraestructura había sufrido serios daños a raíz de la guerra civil.

En lo que dice respecto a la abertura económica, las 4 administraciones de ARENA focaron sus esfuerzos en solidificar lo que se conoce como el modelo neo-liberal, lo que implica en un estado pequeño donde el mercado dicta las reglas de la economía, porque según reza el dogma neoliberal, el mercado se auto-regula. Los ejes del proyecto neoliberal implementado por ARENA fueron los siguientes:

  1. Privatización de las empresas estatales, entre ellas el sistema de pensiones, la banca, telecomunicaciones, etc.
  2.  Implementación de la ley de integración monetaria, o sea, de la dolarización, através de la cuál el Estado  le garantizaba a los inversionistas extranjeros que sus capitales al ser repatriados no sufrirían con una eventual desvalorización del colón, ya que obviamente la monera sería (y es) el dólar.
  3. Tercerización de buena parte de las actividades del estado a empresas privadas, como consecuencia del punto uno.
  4. Establecimiento de acuerdos comerciales con Estados Unidos y Canadá para supuestamente impulsionar el desarrollo económico.
Sin embargo, la promesa del milagro económico nunca llegó y los indicadores económicos continuaron presentando el mismo comportamiento anterior a las reformas, que a final de cuentas no rindieron los efectos esperados. La inversión extranjera alcanzó su techo y una vez los inversionistas alcanzaban sus objetivos de lucratividad, retiraban los capitales, y lo que un día fue inversión se convirtió en la práctica en fuga de capitales. Las remesas se convirtieron en el pilar de la economía y a raíz del aumento en la emigración estas comenzaron a crecer exponencialmente representando hoy en día más del 20% del PIB.

En 2009 hace su estrella en el Ejecutivo el partido FMLN en alianza con Mauricio Funes que apenas le da continuidad al modelo económico implementando por ARENA. Las tímidas diferencias se limitaron a un puñado de programas sociales que si bien le llevaron pequeños beneficios a la población, fueron incapaces de mejorar substancialmente el nivel de vida de los salvadoreños y estuvieron lejos de poder ser llamados de reformas estructurales, conforme el FMLN prometía en la campaña electoral que los llevó al poder en 2009. 

Por su vez, el gobierno de Sánchez Cerén, que prometía ser diferente al de Funes porque estaba compuesto de una fórmula pura sangre, no presentó ninguna novedad en relación a su antecesor y se limitó a darle continuidad a "los cambios" iniciados por Mauricio Funes. Pero en esencia, en términos de un plan económico, los dos gobiernos del FMLN no presentaron ninguna novedad y el crecimiento medio de la economía en ese período no pasó de los 2%. Para no ser tan injustos, habría que resaltar un factor positivo, el aumento en 3 puntos percentuales en la recaudación, pero por lo demás nada nuevo debajo del sol.

En 2019 llega el gobierno de Nayib Bukele que hasta el presente momento no ha mostrado cuál es su vocación. Con un plan Cuscatlán lleno de promesas y de grandiosas obras de infra-estructura, a casi dos años de haber iniciado su mandato, no ha dicho cuál es el plan que tiene para poder traer el necesario y urgente desarrollo económico y social. Desde un punto de vista económico el gobierno de Bukele presenta tres trazos fundamentales:
  1. Un abultado, oscuro e irresponsable gasto, lo que tiene como consecuencia un aumento acelarado en la deuda y el déficit fiscal.
  2. La burda creencia que el gasto público en obras de alto impacto mediático es capaz de traer el prometido crecimiento económico.
  3. La ausencia de un plan.
El gobierno de Bukele en poco o nada difiere de las dos administraciones anteriores, lo que deberían ser transformaciones estructurales los substituye con parches sociales que a la larga no resuelven el grave problema de la desigualdad en la sociedad salvadoreña, pero dan votos... Bukele sabe que la gente en su necesidad vota por quien le resuelva el problema que tiene hoy, el hambre, aunque todo mundo sepa que un programa social sin transformaciones estructurales no pasa de populismo, lo que en esencia fue la política social de las dos administraciones anteriores.

El resumen de la ópera es tan simple cuanto complejo, el modelo económico y social implementado por las administraciones areneras continua vigente, pero no sólo vigente como fracasado. No hay en este momento nada que lo substituya, el irresponsable gasto público de la administración Bukele apenas profundizará el déficit fiscal, aumentará exponencialmente la deuda pública, lo que obligará al gobierno a tomar medidas aún más arriesgadas y con serias consecuencias para el país, como es el caso de una eventual re-estatización del sistema de pensiones, que podría venir a aliviar el déficit fiscal y la presión de la deuda previsional en el presupuesto, pero que lanzaría de una vez por todas al abismo el sistema de pensiones nacional comprometiendo las jubilaciones de millares de salvadoreños.

El gobierno Bukele ha demostrado, como los anteriores, ser incapaz de presentarle una alternativa al fracasado modelo económico arenero y en 2024 el país se encontrará en un callejón sin salida, con las cuentas públicas al tope, con el crecimiento económico estagnado y con indicadores sociales iguales o peores de como los encontraron en 2019, dejando a la sociedad salvadoreña sin perspectivas de una mejoría en su nivel de vida obligándola así a continuar emigrando para poder ofrecerle un atisbo de esperanza a sus hijos.

Con un sistema de pesos sin contrapesos, con una institucionalidad fragilizada, una sociedad aún más polarizada que en los tiempos de la hegemonía ARENA-FMLN, con las cuentas públicas en un lastimoso estado, una crisis social sin precedentes y un economía estagnada, sin un instituto político capaz de darle un golpe de timón a la economía, el país caminará a pasos agigantados rumbo a una somalización de la economía y de la sociedad salvadoreña. 

Por tanto, el llamado a la organización de la sociedad civil en todas sus esferas es en este momento urgente. Las alternativas para el país en salud, educación, cuentas públicas, institucionalidad, infra-estructura, crecimiento y desarrollo social y económico, seguridad, derechos humanos, entre otros, deben comenzar a ser construídas desde ya, y es a partir de esa construcción y organización de la sociedad civil que se le debe presentar al país una propuesta de cambios estructurales con claras y objetivas soluciones para los problemas que el país enfrenta, y que el gobierno actual apenas está profundizando de la manera más irresponsable posible.