Tuesday 28 April 2020

La crisis después de la crisis en El Salvador

Aanscherping richtlijn coronavirus - CBR

El Salvador enfrenta en este momento una de sus peores crisis desde el año 2009 cuando el sistema funanciero mundial sufrió una vertiginosa caída y el sistema de hipotecas chatarras de los Estados Unidos arrastró la economía mundial al abismo.

Las previsiones del FMI no son nada animadoras (1), se prevé una tasa de crecimiento para la economía salvadoreña de -5.4% para el año de 2020 y para palear la crisis generada por el corona virus el FMI le ha aprobado al país un préstamo de 389 millones de dólares, lo que constituye menos de 20% de los 2000 millones que el presidente Bukele  tenía por intención solicitar, pero que delante de un mercado con aversión a riesgo no fue posible hacerlo.

El FMI recomienda para el próximo año la adopción de medidas fiscales que le permitirían al país reducir su déficit fiscal. Entre las medidas (2) recomendas por el FMI citamos la siguientes:
  1.  Aumento al impuesto especial de los combustibles fósiles.
  2. Introducción de un nuevo impuesto a la propiedad
  3. Aumento a la tasa del impuesto al valor agregado(IVA)
  4. Disminuición del gasto corriente através de una reducción en las remuneraciones para lo que sugiere congelar contrataciones, jubilaciones anticipadas y centralizar adquisiciones de ministerios e instituciones públicas.
  5. Implementación de un sistema de facturación electrónica y el uso de un código fiscal simplificado como medidas tributarias para combatir la evasión fiscal.
  6. Ajuste fiscal (superávit primario) de 3% del PIB entre 2021 y 2024 para reducir la deuda pública a 60% del PIB en 2030.
De ser implementadas esas medidas, la capacidad de gasto del Ejecutivo disminuiría drásticamente. El aumento en los impuestos golpearía el bolso de los salvadoreños disminuyendo así su poder adquisitivo, y para poder alcanzar el superávit primario sugerido por el FMI (economía para poder amortizar la deuda pública) el gobierno necesitaría implementar no sólo un aumento de impuestos como también una reducción de los gastos en todas las carteras estatales lo que implicaría en no adquirir más deuda para completar el presupuesto conforme se viene haciendo todos los años.

El presupuesto de 2019 ya nacía con un déficit de 1500 millones el cuál fue cubierto con la contratación de más deuda. Ya en 2020, dada la reducción de la presión del servicio de la deuda pública (dinero que se gasta para pagar los intereses de la pública), ese déficit ascendió a "apenas" 850 millones de dólares. Si proyectáramos el presupuesto de 2021, podríamos observar que sería practicamente imposible  hacer el proyecto presupuestario sin contemplar la contratación de más deuda. Ahora imaginemos que así fuera, eso implicaría en cortar el presupuesto en no menos de 1000 millones de dólares, ya que lo que se recaudaría adicionalmente serviría para pagar deuda, con el agravante que el país no podría, a principio, contratar nuevos empréstitos junto a los organismos internacionales. Dicha medida golpearía fuertamente las cuentas públicas y cabería preguntarse por tanto como se pagarían las pensiones para el año 2021, entre otros rubros que podrían venir a quedar descubiertos.

Por su parte, la calificadora de riesgo S&P ha mantenido las notas para el país en B-/B con perspectiva estable, pero advierte que "que podría bajar las calificaciones en los próximos 12 meses si el país enfrenta dificultades para acceder a financiamiento, debido a la baja confianza de los inversores o a una mayor polarización política" (3). Y aunque el FMI y el Banco Mundial hacen una previsión de  crecimiento de 4.2% para 2021, las condiciones "impuestas" por el FMI podrían echar al traste el presupuesto de nación.

El escenario económico delante de la crisis generada por el COVID-19 no es nada promisor, ni considero que sea sostenible en el corto-mediano plazo; las cuentas públicas ya se ven comprometidas dada la reducción en la recaudación fiscal por causa de la caída en la actividad económica y las remesas que también están siendo presionadas por la crisis económica que los Estados Unidos está enfrentando como consecuencia de la pandemia global. El gobierno por su parte está tirando hacia todos lados como quien no sabe de donde le están disparando; las alcaldías lo siguen y comienzan a desperdiciar el dinero implementando medidas como los túneles de desinfección que la OMS ya advirtió que su eficacia en el combate al COVID-19 es altamente cuestionable. De igual forma, después de haber comenzado el combate a la pandemia con pié derecho, el gobierno pasó a implementar una cuarentena no apenas desordenada como también altamente costosa para el país al detener a las personas que violaban la cuarentena y llevarlas a los centros de contención. Esas medidas aparte de no ayudar a prevenir el contagio y violar los derechos fundamentales de los salvadoreños, aumentan los costos del país que ya se encuentran en una situación fiscal batante delicada. Si a esto le sumamos medidas totalmente arbitrarias y autoritarias como los toques de queda, cordones militares (porque de sanitario no tienen nada), y lo último, las medidas de excepción implementadas este final de semana en las prisiones a lo largo y ancho del país, la tendencia es de un recrudecimiento de la crisis y una situación que no sólo atenta contra el estado de derecho como también va dejando a cada día más claro que la situación se le está escapando de las manos al presidente Bukele.

Como si eso fuera poco, los constantes ataques por parte del presidente a la Sala de lo Constitucional seguidos de desacatos a sus fallos, el conflicto constante que Bukele mantiene con la Asamblea Legislativa, la necesidad incesante de protagonismo por parte del joven presidente y la negativa de aceptar ayuda de sectores científicos, médicos y académicos que mucho tendrían a aportar a la resolución de la crisis, prometen llevar al país a una crisis pós-corona virus mucho más profunda que la que el país sufrió en 2009.

El país necesita urgentemente dar un golpe de timón en la economía, porque continuar en la línea actual de movimiento lo llevará a un caos fiscal, económico y social insostenible, lo que pondrá de rodillas al país y comprometerá el cumplimiento de las promesas de campaña contenidas en el plan Cuscatlán, y por ende el éxito del quinquenio liderado por Nayib Bukele.

Delante de este cuadro, una economía dolarizada apenas dificulta las cosas más aún, el único camino posible delante de la crisis en la ausencia de una política monetaria es el endeudamiento por un lado y el aumento de impuestos por el otro, no hay alternativas. Después de haber entregado las joyas de la corona en las privatizaciones implementados por los gobiernos de ARENA, el estado salvadoreño carece de ingresos que no sean fiscales o contratación de deuda a tasas de intereses bastante altas. De igual forma, el TLC firmado con los Estados Unidos apenas puso las cosas más difíciles, en este momento importamos  el doble de aquello que exportamos, nuestras importaciones corresponden a 45% del producto interno bruto, se está generando empleo en el exterior y se ha reducido el país a una economía practicamente basada en servicios. Importamos hasta el maíz y los frijoles que nos comemos, lo que es un absurdo para un país inminentemente agrícola.

Está claro que para el FMI y los organismos multi-laterales más endeudamiento para una economía del tamaño de la salvadoreña no es más posible, estamos acercándonos a pasos agigantados al 100% del PIB en concepto de deuda. Pagamos en servicio de la deuda más de lo que gastamos en salud y seguridad y la crisis generada por el corona virus apenas vino a acelerar ese proceso de empeoramiento de las cuentas públicas. Por su parte, el señor Bukele parece no estar entendiendo el mensaje que los dueños del dinero le están mandando y no da señales de querer parar el círculo vicioso del endeudamiento. No hay por parte de la actual administración, como no había en la administración anterior, una estrategia clara para administrar el problema de la deuda por un lado, y la cuestión fiscal por el otro.

El autor de este texto es a favor de dar un golpe de timón en la economía que contemple los siguientes puntos:

  1. Ruptura del tratado de libre comercio con los Estados Unidos.
  2. Implementación de una política industrial que identifique sectores estratégicos en las cuáles el país podría pasar a producir bienes que le generen más empleos, más impuestos y más y mejores ingresos para los salvadoreños.
  3. Implementación de una política de substitución de importaciones por producción local, en particular la producción de nuestra propia comida.
  4. Participación del estado en la economía real através de la creación de empresas estatales en sectores estratégicos como la energía, las telecomunicación, la informática, la biotecnología, pero también en la producción de bienes industrializados, entre otros.
  5. Fin de la dolarización y retorno al colón de tal suerte que el país  pueda pasar a implementar una política monetaria que le ayude a posicionarse de manera más competitiva en el sector exportador, entre otras ventajas.
  6. Implementación de una política de ciencia y tecnología que ayudaría al país en segmentos como el agro y la industrialización (ver punto dos).
  7. Revisión de la privatización de segmentos como las pensiones, la banca y telecomunicaciones.
  8. Implementación de medidas inteligentes con asesoría internacional para el combate a la elusión y evasión fiscal.

 El país no aguanta más neoliberalismo, el Estado no puede arcar sólo con el piano de los costos de país, es necesario generar ingresos desde el estado para reinvertirlos en la gente en lugar de concentrar más la renta en el sector privado, eso no es sostenible. Lamentablemente, sabemos que el gobierno actual es de corte neoliberal, pero no sólo eso, si ya antes de la crisis había dejado claro que no tenía plan de vuelo, ahora con la crisis del corona virus la ausencia de un plan económico y de desarrollo para el país queda más evidente. Su autoritoritarismo y el total irrespeto a la institucionalidad apenas acelera el proceso de deterioramiento de las cuentas públicas y de las relaciones entre los diversos poderes. Pero no sólo eso, la comunidad internacional está observando el autoritarismo característico del joven presidente, y una cosa está clara, la luna de miel con el presidente innovador amante de las redes sociales acabó.

Esperamos que la oposición sea inteligente y que las instituciones como la Fiscalía, la Corte de Cuentas, la Asamblea y la Sala de lo Constitucional consigan ponerle un basta a tanto atropello a la institucionalidad, a tanta mentira, al desacato de los fallos de la Corte, a la  violación de los derechos humanos, a tanto insulto y arbitrariedad generadas por el presidente Nayib Bukele.


(1) https://diario.elmundo.sv/fmi-preve-que-covid-19-provocara-una-contraccion-de-5-4-para-el-salvador/

(2) https://diario.elmundo.sv/fmi-recomienda-a-el-salvador-aumentar-impuestos-a-combustibles-e-iva-en-2022/

(3) https://diario.elmundo.sv/sp-global-ratings-afirma-las-calificaciones-de-el-salvador-en-b-b-con-perspectiva-estable/