Friday 9 April 2021

BUKELE, EL QUE ESCUPE PARA ARRIBA...


El miércoles 6 de abril El Salvador tuvo la visita del enviado especial del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ricardo Zúñiga. Su visita, antes que de reconocimiento del terreno, fue más para medir la temperatura en el triágulo Norte y reunirse no sólo con los mandatarios de los repectivos países como también con organizaciones no gubernamentales con quienes recogería insumos que le permitirían evaluar la situación política en los países.

En el caso particular de El Salvador la visita tuvo dos objetivos principales:

1. Dejar claro que entre la administración Biden y la administración Bukele hay un océano de diferencias intrasponibles.

2. Y como consecuencia, dejarle claro al país que la administración gringa está jugando en la cancha opuesta  a la de Bukele: en el combate a la corrupción; en el fortalecimiento de la institucionalidad; el respeto al Estado de Derecho, libertad de prensa y la democracia.

Bukele por su parte, en un acto de reciprocidad, dejó plantado al enviado de Biden dejando claro que le estaba pagando con la misma moneda como cuando el mandatario gringo no lo quiso recibir en Washington apesar de haberlo intentando por diversos canales, cosa que Bukele obviamente negó en su momento, pero que ahora, con ese desplante hacia Zúñiga, apenas confirma. El desplante de Bukele constituyó más un clavo en el ataúd del gobierno de Bukele, pero en contrapartida,  Zuñiga le contestó de manera certera e inequívoca: 

  • apoyó la iniciativa de las organizaciones de la sociedad civil que piden la independencia de la CICIES, a lo que Bukele se opone; 
  • le dejó 2 millones a la FGR para que continue investigando la corrupción en el gobierno de Bukele; 
  • condenó enérgicamente la persecución a la prensa y el irrespeto a la institucionalidad; 
  • apoyó la ley recién aprobada en por la Asamblea que busca perseguir a los traficantes de personas, a lo que Bukele se opone; 
  • defendió el estado de derecho y la independencia de los tres poderes, lo que Bukele igualmente busca destruir.

¿Qué le queda a Bukele? ¿Buscar apoyo político y económico, en China, en Rusia? Porque en el Occidente ese apoyo no lo encuentra más. ¿Y qué más le queda? Pues 1.7 millones de electores que ciega y bovinamente lo apoyan apesar de la enormidad de casos de corrupción, nepotismo, malversación de fondos, abuso de autoridad, etc, etc, etc.

Quien perdió entonces con ese desplante, ¿Bukele o Zuñiga? La respuesta es obvia y el mensaje fue claro, la administración Bukele no tiene el apoyo de la administración Biden. 

Lamentablemente, los 1.7 millones de electores de Bukele no entienden, no quieren entender, y se enojan con quien les recuerda que ese gobierno, lejos de ser el mejor que el país ya tuvo, está llevándolo a un punto de no retorno, está deteriorando las cuentas públicas, las relaciones internacionales, la institucionalidad y metiendo al país en un agujero del cuál con mucha dificultad podrá salir. Semejantemente a lo que está sucediendo en Brazil con el fascista Bolsonaro, algunos de sus electores apenas ahora comienzan a darse cuenta del grave error que cometieron al elegir al fascista; pero en El Salvador aún estamos lejos de ello, aún falta que el país toque fondo para que sus electores entiendan que Bukele es un corrupto, oportunista y mentiroso, que antes que luchar por el país y por su pueblo, lo está llevando a la ruina. 

Las cartas están sobre la mesa, y como dije hace algún tiempo, hoy por hoy la única oposición fuerte al gobierno de Bukele se encuentra en Washington, en Capitol Hill y en la Casa Blanca.